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Estos cuatro mitos sobre los lobos son completamente falsos

Las historias sobre lobos (algunas verídicas, otras no) han sido el combustible de cuentos populares durante miles de años, ya sea el Lobo Feroz de Caperucita Roja o las leyendas de hombres lobo que cazan bajo la luna llena.

Aunque las variaciones cambian con el tiempo (pocos libros infantiles modernos advierten de que los lobos se comen a las abuelas), las historias pintan inevitablemente al mayor cánido del mundo con un pincel polarizado.

La opinión de la gente sobre los lobos grises o lobos comunes (Canis lupus lupus), el más extendido en todo el mundo, sigue generando mucho debate, sobre todo cuando hay animales muertos de por medio. En febrero, en el oeste de Wyoming (Estados Unidos), un hombre llamado Cody Roberts atropelló a un joven lobo macho con su moto de nieve, le tapó la boca con cinta adhesiva y lo paseó por un bar local antes de disparar al animal por la espalda, según funcionarios estatales y del condado.

Aunque Wyoming, que alberga más de 350 lobos como parte del Gran Ecosistema de Yellowstone, no es conocido como un estado amante de los lobos, ese acto fue tan horrible que incluso la comunidad de cazadores del estado se ha unido en oposición. Las fotos del incidente, que se hicieron virales en abril, han provocado una protesta internacional.

“Una persona hizo algo que para casi todo el mundo es inconcebible”, afirma Brian Nesvik, director del Departamento de Caza y Pesca de Wyoming; “he escuchado a cientos de personas y aún no he hablado con ninguna que diga que eso es aceptable”.

En muchos casos, la arraigada mitología de los lobos como villanos puede dar lugar a malentendidos más amplios. National Geographic pidió a Nesvik y a otros investigadores del lobo que disiparan algunos de los mitos más comunes sobre los lobos.

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Mito 1: Los lobos matan por diversión

Aunque ningún investigador del lobo pretende comprender los sentimientos de un animal salvaje, la idea de que los lobos matan por diversión (a menudo denominada matanza excedentaria) no tiene base con la realidad.

Según Ken Mills, biólogo de lobos del Departamento de Caza y Pesca de Wyoming, los lobos viven al borde de la carencia nutricional, sin pasar hambre, pero sin engordar.

“Son maratonianos delgados. Tienen que cubrir mucho terreno para encontrar presas vulnerables y luego atraparlas con la boca, … derribarlas y matarlas. Eso no es fácil”, dice Mills.

Además, cazar presas grandes, como alces, es simplemente peligroso. En Yellowstone, donde los humanos no pueden cazar lobos, las heridas sufridas durante la caza mayor son la segunda causa de muerte de estos carnívoros, afirma Kira Cassidy, investigadora del Proyecto Lobo de Yellowstone, uno de los estudios sobre lobos más largos y detallados del mundo.

“Las manadas de lobos sólo tienen éxito en un pequeño porcentaje, generalmente entre el 10 y el 20 por ciento, de sus intentos de caza”, afirma Cassidy.

Y como encontrar comida no está garantizado, si hay una presa asequible delante de ellos, la matarán, afirma.

A menos que los lobos sean ahuyentados por la gente o por otra manada, volverán una y otra vez para alimentarse de un cadáver hasta que desaparezca.

En los 23 años que lleva Mills trabajando con lobos en Wyoming, Michigan, Ontario y Nuevo México, sólo ha investigado un par de incidentes de lobos que mataron más animales de los que podían comer, incluido el muy publicitado incidente de una manada de lobos que mató a 19 alces en Wyoming.

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Mito 2: Los lobos son salvadores del ecosistema

El concepto de cascada trófica ha persistido desde que los científicos reintrodujeron los lobos en el Parque Nacional de Yellowstone en la década de 1990. La idea básica es que cuando los lobos dejan de habitar un paisaje, ungulados como ciervos, alces y alces se vuelven abundantes y dañan praderas, laderas de montañas y zonas húmedas.

Sin embargo, investigaciones recientes demuestran que la historia no es tan sencilla.

Ecosistemas como el de Yellowstone cambiaron tan radicalmente tras la eliminación de los lobos (y los osos pardos) que, al menos en algunos lugares, no podrían volver a su estado anterior con sólo traer de vuelta a estos depredadores, según una investigación publicada a principios de este año en la revista Ecological Monographs.

El trabajo, basado en 20 años de investigación en Yellowstone, descubrió que el paisaje se encuentra en “un estado estable alternativo” y no ha vuelto al anterior.

“Los lobos son un componente importante de un ecosistema sano”, afirma Cassidy; “pero su presencia no es el único factor crítico para la salud, estabilidad o resiliencia de una zona”.

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Mito 3: Los lobos atacan a las personas

Películas infantiles como los clásicos de Disney Frozen y La Bella y la Bestia sugieren que los lobos son un peligro para las personas. En realidad, es muy raro que un lobo ataque a una persona: dos personas han muerto en encuentros con lobos en Norteamérica en el último siglo. En cambio, los rayos matan a unos 28 estadounidenses al año.

The Walt Disney Company es la accionista mayoritaria de National Geographic Media.

Los lobos grises viven en todo el norte del planeta, desde EE. UU. y Canadá hasta Europa y Asia, y los encuentros con personas son igualmente raros en estos entornos.

“Según mi experiencia, la gente les aterroriza”, dice Cassidy; “o son muy cautelosos hasta el punto de que la mayoría de la gente no verá uno”.

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Mito 4: Si tienen la oportunidad, los lobos diezmarán las manadas salvajes

Los lobos grises de Norteamérica y sus presas, en su mayoría grandes ungulados como ciervos, alces, uapitís y bisontes, han coevolucionado durante decenas de miles de años. A medida que los lobos mejoran en la caza, los alces mejoran en la defensa y la huida.

“Esta fascinante evolución interconectada es la razón por la que las especies de presa como el alce son grandes, rápidas e inteligentes”, afirma Cassidy; “los alces que no lo eran tenían más probabilidades de que los mataran y, por tanto, tenían menos posibilidades de transmitir sus genes”.

Lo mismo ocurre con los lobos grises, ya que las dos especies compiten en una carrera armamentística evolutiva que proporciona a una criatura una ligera ventaja antes de que la otra la alcance.

En las zonas donde las especies de presa disminuyen (a menudo debido a enfermedades y al desarrollo humano), los lobos crían menos cachorros, pierden más crías o se diversifican y buscan nuevas fuentes de alimento.

No importa lo que la gente piense de los lobos, son simplemente otra especie más en el paisaje, dice Nesvik, una que intenta llenar su barriga como el resto de nosotros.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

Source: National Geographic

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