Este era el aspecto real del colosal salmón de 2,5 metros con colmillos de jabalí

Cuando en 1972 la comunidad de paleontólogos anunció el descubrimiento del salmón más grande que jamás haya existido, pensaron que habían encontrado el equivalente acuático de los felinos dientes de sable que vagaban por el paisaje cuando este pez vivía, hace entre 12 y 5 millones de años.

Se creía que este pez de más de dos metros de largo tenía dos dientes curvados que sobresalían de su mandíbula superior. Pero ahora, una nueva reconstrucción ha modificado radicalmente el rostro de este icónico pez, proponiendo en su lugar que sus impresionantes dientes sobresalían lateralmente de su hocico como los de un facóquero o jabalí verrugoso.

En un estudio publicado en abril en PLOS ONE, los expertos presentan una nueva visión del salmón de dientes de púa, formalmente conocido como Oncorhynchus rastrosus. Los cambios en el rostro del salmón reflejan los nuevos conocimientos sobre el pez extraídos del registro fósil. En 2016, los paleontólogos descubrieron que los característicos dientes del antiguo salmón cambiaban a medida que el pez envejecía, creciendo a medida que el salmón alcanzaba la edad adulta y hacía la transición del mar al agua dulce.

Este estudio, realizado por el paleoecólogo del Philadelphia (Estados Unidos) College of Osteopathic Medicine Kerin Claeson y sus colegas, descubre ahora que los famosos dientes del pez sobresalían lateralmente como colmillos.

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Un nuevo y audaz aspecto

Afinar el aspecto del pez se basó tanto en nuevos hallazgos fósiles como en un nuevo análisis de los primeros fósiles descritos hace medio siglo. En los primeros hallazgos, la parte de las mandíbulas que contenía los prominentes dientes estaba desarticulada del resto del cráneo. “Parte de la razón por la que los científicos no reconocieron la posición de los dientes al principio fue porque se encontraron aislados”, explica Claeson. Una posición descendente, en forma de sable, parecía razonable, dado que ningún otro pez conocido tenía dientes semejantes. 

Pero en 2014, los paleontólogos que buscaban en una localidad de Oregón (EE. UU.) encontraron nuevos cráneos fósiles de Oncorhynchus rastrosus que mostraban los dientes prominentes todavía en articulación. En combinación con las tomografías computarizadas de los hallazgos originales, los nuevos fósiles confirmaron que los diferentes sexos del salmón con dientes en punta tenían los dientes prominentes en la edad adulta.

El hallazgo de los dientes de púas en diferentes sexos de salmón fue una sorpresa para los investigadores. “Cuando hablé con los coleccionistas de los fósiles de 2014, no dejaban de encontrar fósiles muy próximos entre sí, de modo que probablemente se trataba de parejas reproductoras, que poseían ambas las enormes púas”, explica Claeson. Todos los salmones con dientes de púas empezaron a sufrir cambios en el cráneo a medida que se acercaban a la edad adulta, y a cada pez le crecían las icónicas púas.

“La nueva reconstrucción se apoya en pruebas muy convincentes”, señala el paleontólogo de la Universidad de Alberta (Canadá) Mark Wilson, que no participó en el nuevo estudio. El hecho de que las púas sean un rasgo común a toda la especie es especialmente destacable.

Naturalmente, la naturaleza inusual de las púas ha llevado a los paleontólogos a preguntarse por qué evolucionaron y para qué se utilizaban. Investigaciones anteriores indicaban que algunos de los dientes de los peces adultos estaban romos y desgastados, lo que indicaba que se frotaban contra superficies duras. Tal vez los peces utilizaban los dientes para raspar y mover el sedimento en la construcción de sus nidos, y también podrían haber sido útiles para defender esos nidos de otros peces que trataban de cavar sus propias zanjas en el lecho del río.

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Claeson y sus colegas prefieren una función defensiva para las púas. Los salmones prehistóricos, al igual que sus congéneres vivos, nadaban con movimientos laterales del cuerpo. Sus músculos más fuertes se dedicaban a estos movimientos, y también habrían permitido a los peces dar fuertes golpes contra depredadores u otros rivales. Sin embargo, no todos los expertos están de acuerdo. Wilson señala que los peces podrían haber utilizado las púas para excavar zonas de anidamiento y los machos para intimidar a sus competidores durante la época de desove.

Independientemente de si los peces utilizaban las púas para defenderse o para competir, los dientes eran sin duda formidables. “Imagínate un martillo geológico de una libra [450 gramos], afilado y blandido por 200 libras [90 kilos] de músculo lateral”, dice Claeson. El salmón ya no es un dientes de sable, pero sus dientes eran igual de formidables.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

Source: National Geographic

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