De cegueras, dogmas y adagios

La muerte de Asdrúbal Baptista en 2020 constituye un punto de inflexión para el pensamiento económico venezolano. El cambio de plano de este pensador hace visible la inexistencia de una generación de relevo que se aboque con rigurosidad al estudio de los problemas económicos de la Venezuela actual.

El pensamiento económico que prevalece hoy día se reduce en una serie de modelos econométricos, cuyo principal propósito consiste en predecir el comportamiento de las variables macroeconómicas (inflación, tipo de cambio, ingresos petroleros, ingresos no petroleros, entre otras) mediante una serie de “supuestos” –palabra favorita de los economistas– que aniquilan el carácter social de la ciencia económica.

Como buenos “economistas” –fieles al dogma que les fue inoculado en sus años de estudio– compiten vorazmente para determinar quién demostró mayor capacidad de predicción. En la mayoría de los casos ninguno acierta y como reza aquel adagio: “El economista pasa seis meses calculando un resultado y luego otros seis meses para explicar por qué fallo su predicción”.

Las técnicas de la econometría son importantes y deben ser parte de la formación de un científico social. No obstante, estamos obligados a revisar y transformar la educación, entendida como un baluarte indispensable en la construcción de la Venezuela futuro, hacia el desarrollo económico con justicia social.

Las nuevas generaciones de economistas desconocen la historia del pensamiento económico de nuestro país (Domingo Felipe Maza Zavala, Armando Córdova, Héctor Silva Michelena, Emeterio Gómez, Asdrúbal Baptista, entre otros) tanto como los estados productores agrícolas (arroz, papa, yuca, plátano, café, cacao…), las zonas industriales, las empresas básicas, principales campos petroleros, en fin, nuestra economía con sus fortalezas, debilidades, matices y oportunidades.

La ceguera imposibilita la comprensión del hecho económico y en consecuencia la instrumentación de una política que responda a nuestras necesidades. Parte de ello hace el éxito de la filosofía China, que rompe con las viejas formas de analizar-resolver el problema, entendiendo que nuevos tiempos exigen nuevos métodos para comprender y abordar los problemas que aquejan nuestras economías, no podemos tener profesionales desconectados del país ni de la realidad mundial. Impulsemos una tríada infalible: investigación-comprensión-acción.

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